Esta tarde en el zaragozano barrio de Miralbueno comienzan las fiestas en honor de san Lamberto, aquel siervo labrador al que le cortaron la cabeza para que no fuera a misa y que con ella bajo el brazo anduvo hasta la iglesia. A la misma hora en Cancún, México, quizá también recuerden el tesón de San Lamberto pensando en lo que queda por hacer cuando se clausure la conferencia del Tratado sobre el Comercio de Armas, un comercio que, por cierto, ha convertido a España en el séptimo exportador mundial de armas. Un puesto de dudoso honor.