Esta noche miles de ojos habrán buscado en el cielo una estrella fugaz, pensando acaso en Swift y en Tuttle, descubridores del cometa que esparce las Perseidas; o quizá se acordasen de Perseo y del polvo dorado en que se convirtió Zeus para engendrarlo; puede incluso que se hayan acordado de San Lorenzo derramando sus lágrimas mientras lo torraban. Y en tanto caía la lluvia de estrellas, quién sabe cuántas peticiones no se han alzado rogando que se derriben los muros y vallas, de pretendida contención, en Estados Unidos, Melilla, Cisjordania, Kashemira, Arabia Saudí... Pues ¿de qué sirvieron el Muro de Berlín o la muralla de Adriano?