1 de marzo de 2016

Recién inaugurado el nuevo curso en las universidades sudafricanas, vuelven a ellas las protestas. Lo que en marzo de 2015 había empezado reivindicando la revisión del paradigma cultural colonial y en octubre consiguió congelar la subida de las tasas académicas se revela hoy como un claro signo de desesperante desigualdad. Flecos del apartheid quizá, pero secuelas ciertas del incontrolado capitalismo financiero. Ante el caso de Sudáfrica, los políticos de por aquí harían bien en preguntarse cuánta desigualdad pueden soportar quienes menos tienen y más pierden.

 

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