Casi dos décadas después de que apareciese en papel esta obra, creo conveniente reproducirla también en formato digital y lanzarla al ciberespacio, en el que ya se encontraba algo despiezada, aunque no por mi mano ni por la de Icaria editorial, que a la sazón la publicó en su versión impresa. Lo creo conveniente porque, como hace veinte años, sigo pensando que África y los africanos merecen otro trato. Cabía esperar, y con esa ilusión escribí Pensando en África, que el devenir trajese enfoques menos condicionado por el pasado negrero y colonial, pero, si bien hoy en España se habla más de África, temo que la forma en la que se hace es muy parecida a la de antaño.
Habrá quien considere que el primer capítulo está anticuado, y estará en lo cierto, pues a los avances tecnológicos de los medios de comunicación convencionales se han sumado nuevos sistemas conectivos, incluidos los medios sociales, pariendo nuevas formas de informar y de informarse. Así, actualizarlo requeriría una investigación amplia y exhaustiva que rebasa el propósito de la presente edición. Además, encuentro que mantener el primer capítulo en su redacción original puede servir de referencia. También podría haber ampliado el resto de los capítulos, pero he preferido dejarlos como estaban precisamente porque pueden suponer el punto de partida de investigaciones y ensayos futuros, tanto ajenos como personales.
De manera especial quiero expresar mi agradecimiento a Antonio Bel Puchol, cibernauta avezado y veterano, sin cuyo apoyo Pensando en África nunca hubiera podido zarpar para surcar los procelosos mares algorítmicos.